Ese día 11 yo me levanté escuchando por la radio La Voz del Sur de Punta Arenas el llamado que hacía la diputada comunista Mireya Baltra, recuerdo que denunciaba sobre el golpe de estado que ya estaba en curso y llamaba a los trabajadores a movilizarse. Me levanté más que rápido y como nadie estaba preparado para nada, había que seguir los acontecimientos como vinieran. En la casa todos estábamos perplejos (mis padres, Flor y yo, más la Jana que tenía un año). Yo salí con el auto para ver que pasaba en las calles, pasé por Indap y estaba todo cerrado, muchos autos en las calles y alcanzo a divisar a Francisco Alarcón bajando por la calle Roca, parece que ahí mismo lo detuvieron, las radios tocaban canciones militares, la radio Presidente Ibañez, la Polar, y otras, la única que estaba dando cuenta de lo que sucedía la La Voz del Sur conectada con radio Magallanes de Santiago que fue la radio en que salió la voz del presidente Allende primero dando cuenta de los aviones que circundaban la Moneda y después con sus últimas declaraciones donde habla que se abrirán las grandes alamedas donde pase el hombre libre. Volví a casa, entretanto llegaron a mi casa el flaco Cádiz que trabajaba en Indap y estudiaba en UTE a él le pasé mi colección de revistas del Mapu "De Frente" , después pasó Eduardo Leiva y más tarde Darío Román, ambos asustados y temerosos de lo que venía en curso, cuando iban a dar las 11 me llegaron a detener, en mi casa los militares en un camión del ejercito. Muy amable el oficial a cargo me dijo que llevará toalla, útiles de aseo y que posiblemente en la tarde estaría de vuelta. Me despedí de todos en la casa la Jana lloraba siendo una guagua, yo creo que más bien por que nadie la atendía, mis padres asustados, Flor perpleja. Me subieron a la parte de atrás del camión que venía con toldo gris, o sea tapado. Venían soldados conscriptos sentados a ambos lados con fusiles listos y yo quedé al fondo solo y por lo tanto veía para atrás todo. Pasamos por la Cora y estaba cerrada, el camión pasó por la Plaza y alcanzo a ver el tanque que estaba frente a la Intendencia. Impactante el espectáculo. El camión siguió por José Nogueira y al llegar a Errázuriz se siente un tremendo choque, en un segundo los cuerpos de los conscriptos se me vienen encima y quedó la tremenda confusión. El camión había chocado con otro vehículo (camioneta parece) y se estrelló contra la tienda González Rojo quedando incrustado en la puerta que estaba en la esquina. Yo no sentí nada, salvo el golpe y la aplastada contra el fondo del camión, pero veo que hay conscriptos heridos, tirados, algunos con daños en la cara y los dientes por que los fusiles que tenían se los habían clavado en la cara, recuerdo que se quejaban mucho. Pensé en fracciones de segundos pensé que empesaba la contrarepresión, nada de eso, si nadie estaba preparado para un golpe estado, éramos democrátas que estábamos en el gobierno, ni sabíamos y ni esperábamos un golpe de estado de la maganitud que sería este. El choque fue casual y la camioneta con la que chocamos fue de Brescovic que era instalador de gas, nada que ver. (Pero me cuentan después en forma de anécdota que a Brescovic le preguntaron de que partido era y dijo, comunista. El hecho es que esa noche viajó a Dawson con los detenidos, sin parca, solo con yersey. Pero a él lo trajeron de vuelta, no se desembarcó en la isla, lo mismo pasó con con el Sr. Néstor Tadic, que viajó y volvió. A mi me llevaron en un auto particular al hospital regional custodiado por un soldado. En el hospital en una sala del segundo piso me constataron que tenía un hematoma en el sector cervical más tirado a la cintura, me aplicaron una inyección de antiinflamatorio y me dieron una receta. Durante toda la permanencia en el hospital estuve custodiado por un soldado y pasó el Dr. Jorge Mihovilovic a saber que me pasaba, él era Director del hospital y también era del Mapu, otro que me atendió y conversamos fue Enso Vidal también mapucista, la verdad es que estábamos todos preocupados por lo que vendría, que ni siquiera sabíamos que sucedería un rato más. Estuve en el hospital un buen rato imposible calcular cuanto, pero después me fueron a buscar mis captores y la salida fue de película por que me llevaban entre dos soldados y todos los funcionarios del hospital estaban mirando temerosos el espectáculo que significaba ver a un detenido político saliendo custodiado del hospital por las fuerzas armadas y además herido (más bien machucado por el golpe del camión). Afuera nos fuimos en un vehículo más chico y con el mismo oficial que me fue a buscar a la casa que resultó ser dentista y que era totalmente amigable incluso me contó que estaba preocupado por una prima mirista que era estudiante en Concepción. Después supe el apellido de este oficial (que parece era reservista), pero se me olvidó y fue mi política la de no aprenderme los nombres ni apellidos de los captores en general pues no valía la pena. Son más importantes los hechos. Esta patrulla (digámolo así) me fue a dejar al Regimiento Pudeto, en ese momento que calculo serían las 3 o 4 de la tarde habían llegado algunos detenidos vi a José Bosic, el Ché Francisco Márquez y otros, seguían llegando de a poco y vi llegar a Manuel Chaparro, Patricio Retig, y varios más. Nos tomaron algunos datos y una foto (me gustaría tener esa foto). El trato fue bueno, me parece que los militares del Pudeto estaban tan confundidos como nosotros sobre lo que estaba sucediendo y no sabían como tomarlo. Nos entregaron una lista en la que pedían una colchoneta, saco de dormir, ropa de trabajo, botas, ropa, etc. Lo más divertido era que debían, nuestros familiares, llevarla al regimiento a la brevedad. Entregamos el No de teléfono los que teníamos y ellos se conectaron con los familiares. En mi caso me llegó a tiempo, me imagino preparándome todo en la casa y después salir a dejarlo al regimiento en el auto opel con mi padre manejando. Menos mal que yo tenía saco de dormir y colchoneta y botas. La cosa se veía distinta, ya no era como creía el dentista que iba a volver en la tarde a la casa. Menos mal que mi golpe en la espalda no me molestaba mucho, seguramente por el antinflamatorio que me pusieron en el hospital, pero igual me dolía un poco. No sé a que horas partimos del Pudeto, pero ya eramos como 25 o 30 detenidos. afuera nos esperaba una micro medio vieja que empezó a avanzar por Zenteno hasta la Avenida Independencia y a bajar por ella, cuando diviso las banderas chilenas izadas en las casa de la avenida Independencia por el lado de enfrente, lado norte, impresionante. El día que se acababa la democracia en Chile parece que lo celebraban muchos y yo me preguntaba que pensarán los DC de esta situación. Seguimos avanzando y vamos llegando a las puertas de la maestranzas de la armada en calle 21 de Mayo. Hasta aquí llegamos señores, nos bajamos, bien sin presión, ni malos tratos. Creo que nos formamos y nos pasaron lista, a todo esto cada uno llevaba los útiles que habían pedido, por lo tanto algunos llevaban bolsos, maletas, sacos. Ahí estuvimos durante un buen rato, hasta que, sorpresa, viene otro bus con detenidos, estos por los infantes de marina y en su mayoría eran militantes del partido comunista, veo a Mario Galetovic, Gerente Copeaustral, a Américo Fontana director regional de la Conaf, a Francisco Alarcón Barrientos, Secretario Gral. PC. y una larga fila de detenidos, pero estos venían caminado, parece que la micro los dejó como a dos cuadras de donde estábamos nosotros y traían los brazos esposados y colgando las maletas y bolsos, era impresionante. Se notó al tiro que el trato de los infantes de marina con estos detenidos fue brusco. A todo esto veo llegar de los patios de Asmar unos oficialillos de la armada muy jóvenes que se abrazan y están contentos, parece que son de los barcos pequeños de la marina y que están a la deriva y llegan a buscarnos. Viva derrotamos al Gobierno Marxista de la UP, seguramente pensaban. Pero esto no era todo faltaba llegar otra micro o bus con los detenidos de la Fach, llegaron rápido y cuando se van acercando parecen de los judíos de la 2ª Guerra Mundial por que vienen todos rapados al cero son irreconocibles, estos son de variadas militancias predominando los mirista, socialistas y otros, acá viene mi futuro gran amigo Ramón González Ortega, el Peye Urrutia, otros. Ya se van las luces del día y se nos pone más oscuro. Pasamos por los barcos fondeados llamados pontones, por uno, por dos hasta llegar al barco de la armada en el cual nos embarcaron fusil en mano, llegamos a una especie de salón doble en la parte baja del barco con fusilero mirándonos desde la escalera y apuntándonos. Ahí comenzamos algunos a saludarnos y se tejieron varias teorías, que nos llevaban a Porvenir, otros decían a Puerto Williams, más de alguno temía que nos tiraran al agua, bueno el hecho es que navegábamos sin saber adonde íbamos, ni cual sería nuestro destino.
A todo esto yo iba sentado frente a Francisco Alarcón y me acordé de la fecha y le digo "sabes Pancho hoy es mi cumpleaños a lo que me responde pasandome la mano, feliz cumpleaños" me resultó simpático el gesto y quedó guadado en el recuerdo. Otro que me saludó antes afectuosamente (no por el cumpleaños) fue el Peye Urrutia que estaba pelado a cero y a quien yo no conocía, pero el sí, a mí. Después fuimos grandes amigos.
Yo venía con dolores después del gran choque en la mañana, a las 12 horas, y en el hospital regional me dieron una receta de antinflamatorio para que yo lo adquiriese y tomara. Bueno como me molestara mi hematoma fui a decirle al guardia que tenía una receta por lesión y me llevaron a un lugar del barco más arriba y me di cuenta que era el puente de mando donde me atendió un marino que me trajo el antinflamatorio que decía la receta y me lo cobró, menos mal que yo siempre ando con plata en el bolsillo y lo pagué. Pero lo más relevante fue que yo estuve en el puente de mando creo que era eso, pues había un timón, y como dos marinos de buena presencia y que uno de ellos dijo falta como una hora para que lleguemos a Dawson. Cuando vuelvo donde los detenidos les comento que "vamos a isla Dawson". Ya sabíamos nuestro destino. Al poco tiempo llegamos a la isla cuyo viaje demoró como 3 horas. Nos preparamos para desembarcar con nuestros respectivos equipajes. Serían las 10 de la noche. No sabíamos nada de lo que pasaba en Chile ni en Punta Arenas, estábamos solos, desconectados del mundo. (Sigue.)
Salimos de los salones que estábamos con nuestros bultos y pasamos a la cubierta de la barcaza que lentamente fue bajando su rampla donde se pusieron dos tablones para que bajáramos a tierra, desde la orilla oscura de la isla Dawon nos empesaron a iluminar reflectores fuertes de luz y empezamos a bajar. Yo caminé por los tablones con mi hematoma en el cuerpo, con mi saco de dormir (que era un bulto grande) y con mi bolso con ropas, botas y otras cosas. Afuera ya en tierra de la isla había una camioneta vieja que llevó a algunos, pero yo me fui caminando por orgullo y por que podía, llegamos a nuestro destino que estaba como a dos cuadras del lugar de desembarque. Sorpresa, era una barraca de madera rodeada con alambres de púas, la cual sería por un tiempo nuestra jaula dorada. Entramos medio sorprendidos y pensando como sería esto. Fuimos revisados por un enfermero creo, pues no era un médico, este a todos les revisó los testículos y preguntó si teníamos alguna enfermedad. Nos hicieron sentar en unos pupitres antiguos y nos dieron café y una hallulla. Posteriormente pasamos más adentro y teníamos a disposición literas de fierro para dormir. Bueno ahí colocamos nuestros sacos de dormir y por supuesto conversábamos cualquier caldo de cabezas. Recuerdo para el bronce que don Carlos Vega Letelier, escritor y profesor universitario, con buen ánimo, dijo "No podemos negar que esta noche nos vieron las guevas". Creo que para mi fue el día mas largo de mi vida. A dormir señores políticos de la UP hasta mañana.
A todo esto yo iba sentado frente a Francisco Alarcón y me acordé de la fecha y le digo "sabes Pancho hoy es mi cumpleaños a lo que me responde pasandome la mano, feliz cumpleaños" me resultó simpático el gesto y quedó guadado en el recuerdo. Otro que me saludó antes afectuosamente (no por el cumpleaños) fue el Peye Urrutia que estaba pelado a cero y a quien yo no conocía, pero el sí, a mí. Después fuimos grandes amigos.
Yo venía con dolores después del gran choque en la mañana, a las 12 horas, y en el hospital regional me dieron una receta de antinflamatorio para que yo lo adquiriese y tomara. Bueno como me molestara mi hematoma fui a decirle al guardia que tenía una receta por lesión y me llevaron a un lugar del barco más arriba y me di cuenta que era el puente de mando donde me atendió un marino que me trajo el antinflamatorio que decía la receta y me lo cobró, menos mal que yo siempre ando con plata en el bolsillo y lo pagué. Pero lo más relevante fue que yo estuve en el puente de mando creo que era eso, pues había un timón, y como dos marinos de buena presencia y que uno de ellos dijo falta como una hora para que lleguemos a Dawson. Cuando vuelvo donde los detenidos les comento que "vamos a isla Dawson". Ya sabíamos nuestro destino. Al poco tiempo llegamos a la isla cuyo viaje demoró como 3 horas. Nos preparamos para desembarcar con nuestros respectivos equipajes. Serían las 10 de la noche. No sabíamos nada de lo que pasaba en Chile ni en Punta Arenas, estábamos solos, desconectados del mundo. (Sigue.)
Salimos de los salones que estábamos con nuestros bultos y pasamos a la cubierta de la barcaza que lentamente fue bajando su rampla donde se pusieron dos tablones para que bajáramos a tierra, desde la orilla oscura de la isla Dawon nos empesaron a iluminar reflectores fuertes de luz y empezamos a bajar. Yo caminé por los tablones con mi hematoma en el cuerpo, con mi saco de dormir (que era un bulto grande) y con mi bolso con ropas, botas y otras cosas. Afuera ya en tierra de la isla había una camioneta vieja que llevó a algunos, pero yo me fui caminando por orgullo y por que podía, llegamos a nuestro destino que estaba como a dos cuadras del lugar de desembarque. Sorpresa, era una barraca de madera rodeada con alambres de púas, la cual sería por un tiempo nuestra jaula dorada. Entramos medio sorprendidos y pensando como sería esto. Fuimos revisados por un enfermero creo, pues no era un médico, este a todos les revisó los testículos y preguntó si teníamos alguna enfermedad. Nos hicieron sentar en unos pupitres antiguos y nos dieron café y una hallulla. Posteriormente pasamos más adentro y teníamos a disposición literas de fierro para dormir. Bueno ahí colocamos nuestros sacos de dormir y por supuesto conversábamos cualquier caldo de cabezas. Recuerdo para el bronce que don Carlos Vega Letelier, escritor y profesor universitario, con buen ánimo, dijo "No podemos negar que esta noche nos vieron las guevas". Creo que para mi fue el día mas largo de mi vida. A dormir señores políticos de la UP hasta mañana.